Consiste en emplear técnicas que nos permitan acceder, liberar y extraer a una víctima del lugar donde está y llevarlo a uno más seguro. La realización de estas técnicas de forma inadecuada puede agravar la situación del paciente y desestabilizarlo, agravar las lesiones que pueda tener y provocar nuevas lesiones.
El socorrista tiene que saber nadar y calcular las distancias de ida y vuelta con arrastre.
Debemos conocer las técnicas de inmovilización y aproximación a la víctima para evitar poner en peligro el rescate y el rescatador. Lo más recomendable es acercarse por delante a la víctima pero si está nerviosa debemos acercarnos por detrás, evitar que se voltee e intentar tranquilizarla.
Si la víctima agarra al socorrista y lo pone en riesgo o impide el rescate, el socorrista debe sumergirse y liberarse.
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